domingo, 28 de abril de 2013

Capitulo 021 (LIBRO 02) ÚLTIMO CAPITULO!!!

La Sra Bethany corrió a abrir la puerta. Al instante los gritos doblaron su volumen y erizo cada pelo de mis brazos. 
- Victorio, ven conmigo - Paloma le ofreció su mano - Podemos dejar este sitio. Puedes dejar de fingir ser algo que no eres. Podemos estar juntos si tu dejas de fingir.
- Vete - Él le dio la espalda - Tengo que hacer lo que pueda aquí - Paloma se mantuvo ahí de pie por un momento, con la mano abierta de par en par y por un momento ella fue la única desesperada esperando que su hermano se girara. él era ahora el único que no la necesitaba a ella.
- Tu no estas en el bando correcto! - grito ella. Victorio rehusó el moverse. Paloma se estremeció, pensé que tal vez Paloma lloraba. Ella se tambaleo hacia la ventana. Tiro de ella para abrirla y susurro - Realmente creía que tu vendrías.
Victorio entró corriendo en el vestíbulo, ignorándola. Paloma saltó por la ventana haciéndome jadear, hasta que yo comprendí lo estúpida que era. Paloma era la que estaba más segura de todos nosotros. Podíamos tener muchas cosas, pero un caída larga no podía dañar a un inmortal.
- Como podemos sacarlos a todos de aquí? - dije - Sin dejar de lado las reglas que tenemos.
La Sra Bethany se apresuro hacia el vestíbulo para tirar de algo tan rutinario y normal como una alarma de contra incendios, como no se me había ocurrido. Al instante una sirena empezó a sonar, ensordecedoramente ruidosa cuando esta choco contra las piedras. Yo chille y cubrí mis oídos.
- Ve a los dormitorios de las chicas! - me grito Victorio por encima del alboroto. Él se encontraba al final del vestíbulo, casi fuera de mi vista - Voy a ayudar a los chicos! - Por su parte Sra Bethany ya bajaba las escaleras corriendo. Incluso aunque ella fuera desarmada, no quise ser el primer cazador de la cruz negra que ella encontrara. ¿Pero y si ese cazador era Gastón? Corrí detrás de la Sra Bethany, pero yo no podía ir tan rápido como ella. Las piedras me hicieron tropezar y tuve un atisbo. Todos están en peligro. Todos. Gastón. Victorio. Mamá. Papá. Candela. Julián. Lala. Nicolás. Lo que yo sentí, iba más allá del miedo. Esto era un blanco. Desgarradora necesidad de sobrevivir y de salvar, luchar y volar, pero con quien se suponía que luchaba?
Alguien grito, y luego hubo un crujido mojado y un ruido sordo. Yo corrí abajo y vi la forma arrugada de un hombre en el suelo, con una estaca todavía agarrada en una de sus manos. La sangre salpico la pared detrás de el y la Sra Bethany ahí, de pie, admirando su obra, pero solo durante un instante.
Entonces ella corrió hacia el alboroto. Creo que reconocí al hombre de la cruz negra que estuvo en Amherst, pero yo no podía decirlo. La sangre cubrió su cara. Los gritos a mí alrededor se hacían más fuertes y yo podía oír cada vez más pasos sobre la escalera, como los estudiantes empezaron a escapar. Perseguí a la Sra Bethany…
… Entre en la batalla.
El pasillo principal de las aulas estaba abarrotado de cazadores de la cruz negra. Reconocí al pequeño sr Watanabe con una ballesta en sus manos, y Kate, que luchaba mano a mano con el profesor Iwerebon abajo en el pasillo. Al lado mío, la Sra Bethany esquivo una flecha hábilmente, balanceándose alrededor y cerro de golpe su puño en la garganta de un cazador.
Cuando él se tropezó yendo hacia atrás, ella consiguió poner su cuello estirado y lo torció bruscamente. Oí como se agrietaba de forma terrible antes de que cayera al suelo. Al instante la Sra Bethany se giraba hacia el siguiente cazador de la cruz negra, dándole una patada en las rodillas y cogió su ballesta. Cuando el cayo , ella le pego un tiro a el con su propia arma.
- Rocío! - esta era Lala, más abajo en el pasillo - Sal de esta infierno!
- Vete! - esa era mi madre en guardia delante de Lala - Cariño, vete! - Ella y Lala se miraron la una a la otra en un segundo de reconocimiento confuso, pero entonces mi madre salto encima de Lala y la tumbo al suelo. Yo corrí. Alguien tenía que parar esto, pero yo no podía. Yo no sabia como. Si pudiera encontrar a Gastón, el sabría como hacerlo. Seguramente el podría suspender a la cruz negra. ¿pero donde estaba el?.
- Todo el mundo fuera! - era Victorio. Me gire para verlo empujar estudiantes hacia abajo por la escalera y vislumbre a Nicolás en boxers y una camiseta, mirando el caos y la consternación, pero corriendo lo más rápido que podía.
Incluso aunque él no se giro para haberme visto, Victorio debía haber sentido que yo estaba allí, porque el me grito:
- Ve a los dormitorios de las chicas!!
- No puedo! Hay lucha en la mayoría del edificio, estamos aislado!
- Planearemos algo! - Entonces oí una voz, audible por encima de los gritos y el gemido de la alarma contra incendios, me dijo
 - No le escuches Rocío. Tienes que salir de la escuela inmediatamente - Me di la vuelta para ver a Eduardo, con sus armas atadas en una correa en forma de bandolera alrededor de su pecho y mucha sangre sobre su mejilla llena de cicatrices. Porque tuvo que ser el?. Rápidamente levante mis manos.
- Tu no tienes que perseguir a Victorio, el es seguro, lo prometo
- Tu no sabes distinguir a un vampiro de un humano aun - dijo Eduardo. Su risa torció las cicatrices sobre sus mejillas - Dejame que te cuente un secreto. Ahora sólo quedan vampiros defendiendo el edificio. Esto significa que podemos terminar el trabajo.
- Por favor, te han mentido. Paloma, el vampiro que tu cogiste, el que le dijo que algo pasaba aquí, ella no decía la verdad!
- Tu no eres la mas adecuada para saber cuando te han mentido Rocío. Te sugiero que confíes en mí. Baja abajo. Si no lo haces sufrirás las consecuencias - Entonces el sostuvo el Walky-talky que tenia en el cinturón - la antorcha.
Fuego. Una de las pocas cosas que de verdad mataba a un vampiro. Los cazadores de la Cruz Negra querían quemar Mandalay. Victorio me agarró y me arrastró hacia la escalera, pero cuando el intento hacerme bajar, me solté.
- Rocío tenemos que irnos! - el grito.
- Tengo que ir a los dormitorios de las chicas
- Tu dijiste que se podía! Rocío! - No le hice caso y subí las escaleras con dos saltos, hasta que me encontré corriendo entre los dormitorios de los hombres que estaban a un piso por encima del tejado del edificio principal. Las llamas parpadeaban abajo en el vestíbulo, pero no mire muy expresamente. Sólo salte a la azotea. Algunas personas habían tenido la misma idea, podía ver a muchos estudiantes correr atropelladamente de un lado a otro de la azotea del edificio principal. Unos eran vampiros, otros humanos. Eduardo había dado la orden demasiado pronto, toda la gente que yo vi solo trataba de salvarse y yo no podía culparlos.
Pero yo era la única que entendía que ocurría, y quería decir que era mi responsabilidad alcanzar el dormitorio de las muchachas y asegurarme de que todas escaparon. Corrí a través de la azotea, arriba y abajo, resbalándome encima de las ripias, pero manteniéndome de pie. Mi bata se había desatado y estaba ondeando tras de mi. El calor del fuego estaba tan cercano que parecía que quemaba mi camiseta y el pijama.

Un ruidoso crujido detrás mío, me hizo girarme hacia atrás. Parte de la azotea brillaba con una llama naranja, luego la madera cedió llena de hollín. Había chispas que fusilaban el aire y empecé a toser, pero seguí corriendo.
- Mas rápido , tienes que mas rápido!
- No! - perdí mi equilibro y me caí rodando una y otra vez hacia el borde del edificio. Aunque yo quisiera trepar y agarrarme a algo, no había nada a lo que agarrarse, hasta que la azotea desapareció debajo de mi y yo caía. Algo hecho de piedra golpeo mi espalda y a ciegas me agarre a ello. Me quede sostenida. Pendí de un lado del edificio durante un momento, mientras trataba de impedir que me sobrepasara el dolor y la conmoción.
Cuando mi visión se despejo, yo pude ver que paro mi caída, una de las gárgolas, idéntica a la que yo siempre odiaba frente a mi ventana. Cerré mis manos alrededor de su cuello.
- Gracias - susurre cuando me enganche con uno de mis pies contra sus garras y me impulse para ponerme de pie otra vez. Cuando recordé la carrera, yo podía notar el dolor de mi cuerpo, pero el humo ahora era espeso en el aire y no tenia tiempo de vacilar. Finalmente me subí a la torre sur trepando y entre, entonces comprendí que el resplandor era mucho peor aquí. Mi intento de rescate no pareció importante, como yo podía ver, todos se habían ido. Entonces yo vi una figura moverse a través del humo.
- Hola - llame.
- Rocío! - era Gastón. Él corrió hacia mí y me abrazo. Mi espalda protesto por el dolor, pero no me preocupe - He estado buscándote por todas partes, la cochera, aquí.
- Tu tienes que pararlos, Gastón. Tienes que decirles que Paloma mintió!"
- Espera, el vampiro del cual Eduardo consiguió la información era Paloma? - Gastón juro - Yo sabia que una masacre de estudiantes no podía formar parte del juego de la Sra Bethany, se lo dije, pero Eduardo no quiso escucharme. El bastardo nunca escucha.
- Mama, Lala, todo el mundo, ellos están en peligro, tenemos que parar esto!
- No podemos - Gastón sostuvo mi cara en sus manos. Sus rasgos estaban borrosos debido al hinchazón de mis ojos por el humo - No podemos parar esto. Solo podemos sacarte de aquí
Lo odie , pero yo sabia que el tenia razón. Juntos entramos corriendo por el hueco de la escalera, gritando a cualquier persona que viera para que escapara, y bajando a la planta baja. Pero ahora el olor a ceniza en el aire era espeso en el aire y tuve que poner el cuello de mi camisa sobre mi boca para impedir que me ahogara. Me imagine la lamina de "El beso" de Klimnt en mi dormitorio, encima de nosotros, ennegreciendo mientras el fuego consumía a los amantes para siempre.
Gastón coloco su antebrazo atravesando su rostro.
- Ya casi estamos – grito - Vamos! - Cuando salimos corriendo a los terrenos, corrimos directamente hacia una pelea, un cazador de la Cruz Negra, una mujer que no conocía, rodeaban a la Sra Bethany. Pero ahora el moño de la Sra Bethany estaba completamente suelto. Su pelo oscuro le caía por la espalda y su cara de arrogancia ahora estaba manchada y sucia. La luz del fuego perfilo sus pómulos altos y a pesar de toda la destrucción de nuestro alrededor, ella reía. Por primera vez, yo vi sus colmillos.
Gastón me separo de la lucha, pero seguimos mirando hacia atrás una vez los pasamos. Una voz cerca dijo mi nombre, pero yo no podía reconocer la voz o darme la vuelta. La Sra Bethany cambio de lado y entonces salto hacia el otro. La cazadora trato de esquivarla pero ella era demasiado lenta. Yo no podía hacer nada cuando la Sra bethany torció el cuerpo de la cazadora y hundió sus colmillos en el cuello de la mujer.
El grito que oí detrás de mi era de puro terror. Me di la vuelta para ver a Candela, subida en algo y en ropa interior, chillando mientras veía como la Sra. Bethany bebía la sangre de la cazadora. No había ninguna confusión en lo que estaba ocurriendo, sobretodo si tu entendías que lo sobrenatural existía, como entendía Candela. Ahora ella sabía que los vampiros existían.
- Oh dios mío! Oh dios mío! - ella gritó - Rocío, tu... Sra Bethany, ella.. - Entonces Candela paro en seco - Gastón?
- Corre, las explicaciones mas tarde – Dijo Gastón. Corrimos. Solo eche una mirada más cuando nos dirigimos al bosque. La mayor parte de Mandalay todavía estaba en pie, aparentemente tan impenetrable como siempre, pero la torre sur y la azotea, ardían con un color naranja. Las gárgolas eran siluetas entre las llamas. Esto parecía el final del mundo, entonces oí las sirenas.
- Que es esto? - gritó Candela aun con el pánico en la voz. Comprendí la respuesta casi al instante.
- Coches de bomberos! La alarma contra incendios que la Sra Bethany había presionado. Ellos esta viniendo!
- No podemos dejar que las autoridades nos encuentren aquí - insistió Gastón - Hay un transporte cerca de aquí. Vamos - Hicimos lo que él dijo, yendo tan rápido como nosotras podíamos, por el bosque, pero cuando esquivamos los arboles, yo vi una figura delante nuestro. Y casi sin aliente dije en voz alta a todos que se pararan. Paloma bloqueo nuestro camino.
- Se van tan pronto - Movió su cabeza. Si su caída desde la torre norte le había hecho algo, no había dejado señal - Tu odias Mandalay casi tanto como yo, Rocío. Pensé que te gustaría mi sorpresa.
- La gente podría estar muerta – dije - Victorio podría no sobrevivir…
- Dudas de mi hermano - sus ojos estaban oscuros – Yo creo en él. Es demasiado fuerte para que cualquier cazador de la Cruz Negra le haga nada
- Confié en ti - dije - No cometeré el mismo error otra vez -
- Chicos, quien es esta chica? es la hermana de Victorio o algo? – Preguntó Candela.
Paloma miro a Candela airadamente, luego rio.
- Me habéis traído un aperitivo
- Al infierno - Gastón balanceo su puño enfrente de la cara de Paloma, pero ella le esquivo fácilmente, pero ella no conto con la velocidad de vampiro. Mas rápido de lo que yo podía ver, Gastón se giro agarrando uno de los brazos de Paloma torciéndolo en su espalda.
- Muchacho estúpido -  Soltó ella, tratando de salir del apretón. Yo sabia que con lo fuerte que ella era podía hacerlo en un segundo. Candela trato de precipitarse, pero la previne.
- Te he cortado flojo por el bien de Rocío - dijo Gastón. Él y Paloma luchaban en la maleza del bosque; él lograba contener el brazo de ella pero solo apenas.
Con esto él la empujo con fuerza y avanzaron hasta dar de lleno con un árbol. Paloma lo rompió primero con la cara. Al principio esperaba que ella gritara indignada, pero en cambio ella cayo inconsciente. Gastón todavía la sostenía contra el árbol, yo comprendí,  él había roto una rama que sobresalía del tronco y la había usado como estaca.
- Tu la has matado! - Jadeo Candela.
- No del todo - Gastón miro disgustado - Ella robo mi cuchillo.
- Solo la derribo - Dije - Va a tardar unos minutos antes de que pueda perseguirnos. Podemos alcanzar el transporte en este tiempo?
A Gastón no le gusto este plan, pero el sabia que era nuestra única opción. Él empezó a correr y Candela y yo le seguimos. Vi a Paloma dejarse caer en el suelo de bosque.
El transporte resulto ser la furgoneta que yo ya había visto antes. Cuando entramos, algunas personas ya estaban esperando, Kate estaba en el asiento del conductor, y Lala, que tenia un ojo morado y un corte en el labio. Su mirada me mareo por dentro. ¿Mi madre había sido la persona que le hizo esto a Lala?, pero si ellas lucharon y Lala estaba aquí...
- Que paso? – Susurre - Que le paso al vampiro con el que tu luchabas?
- La mujer salto por la ventana - su palabras sonaron difícil debido al hinchazón del labio - Si tu me preguntas, ella hizo trampa.
Mi madre lo había hecho. Me recosté contra Gastón con alivio. Nicolás y Victorio probablemente también estaban a salvo. ¿pero y mi padre?, o los profesores que yo conocía, o Julián o tantas personas, también los humanos, porque el fuego no discrimina cuando actúa. Gastón puso su brazo alrededor de mí mientras preguntaba:
- Donde esta el señor Watanabe?
- Lo han matado - dijo Lala. Un silencio terrible cayó en la furgoneta. Candela fue mirándonos uno a uno. Lala. Gastón. Yo. Estaba confundida, pero ella debió entender que este no era el momento para preguntas. Gastón puso su frente contra mi hombro y lo agarre fuertemente. Disfruten el uno del otro, había dicho el Sr Watanabe. Él había sonreído dulcemente. Me pregunte si el estaría con Noriko ahora? si había algo después de la muerte para la gente que era un vampiro o un fantasma? yo nunca me había hecho estas preguntas antes.
Kate encendió la furgoneta. Cuando arrancamos, mire la silueta de fuego que era la academia Mandalay hasta que desapareció completamente.

El punto de reunión resulto ser un depósito en medio de ninguna parte, medio lleno de cajas. No tenia ni idea de que había dentro de ellas y pensé que la cruz negra tampoco debía saberlo. Esto solo era un lugar donde los cazadores podían reagruparse.
Lala sostuvo una compresa de hielo en su cara, y Eduardo tuvo trabajo vendando un corte sobre la espinilla de Kate. Mientras ellos limpiaban y reparaban la mayor parte de sus armas, la mayoría de ellos permaneció callado ya fuera de pena o de agotamiento. Pero yo podía decir que sabia que todos ellos pensaba que habían hecho lo que debían. Quise decirles que se habían equivocado, que ellos habían sido engañados, pero yo sabía que no me escucharían.
Gastón y yo nos sentamos sobre una de las cajas, apoyando nuestras espaldas el uno contra el otro. Candela se quedo de pie al lado nuestro y se abrigo con un abrigo que le había dado uno de los cazadores.
- Toda la escuela estaba llena de vampiros. Todo el tiempo.
- Básicamente - dije - Había estudiantes humanos también, tu no eras la única. Nicolás por ejemplo.
- Y Julián - agregó ella. Sacudí mi cabeza. Ella se quedo boquiabierta - Julián? pero Victorio… era el , era un vampiro también? - asentí.
- Y todos los profesores – Comentó Gastón - Hasta hace un año eran solamente vampiros.
- Esperen, esperen. Esto no puede ser cierto. Rocío tus padres son profesores - Con mi cansancio habría soltado la verdad de no ser por la advertencia de Gastón. Revelar que yo era un vampiro en medio de un grupo de cazadores de la Cruz Negra podría ser la última cosa que yo hiciera. Eduardo contesto la pregunta por mí:
- Creemos que Rocío fue secuestrada cuando era un bebe. Probablemente sus verdades padres fueron asesinados y los dos vampiros podían jugar a ser papas - Candela cubrió su boca con sus manos.
- Cuando averiguaste todo esto? oh Rocío lo siento tanto - Entonces Gastón corto la conversación para que yo no tuviera que revelarle cuanto hacia que lo sabia y dijo:
- Vine a Mandalay el año pasado para investigar porque ellos estaban dejando entrar estudiantes humanos.
- Es por eso que tu tuviste todas esas peleas! - dijo Candela - Dios, yo siempre pensaba que tu eres un chico muy violento
 - Wow - dijo Gastón - me consta que era así - Yo pude escuchar la risa en su voz.
- Lo siento de verdad, francamente pensé que usted. Obviamente no soy muy buena juzgando a la gente - Candela se sentó sobre una caja cercana, sacudiendo su cabeza aturdida. Entonces su expresión cambio de la confusión a la conciencia y ella encontró mis ojos con nueva comprensión - Lo de los vampiros explica lo de Augusto verdad?
- Si - ella cayo - Yo sabia que la escuela no estaba bien.
- Dudo que ellos tengan más estudiantes humanos en mucho tiempo - dijo Kate - O cualquier estudiante, considerando los daños que les causamos. Esto quiere decir que podemos quitar Mandalay de nuestra lista de preocupaciones.
Tal vez ellos podrían, pero yo no podría hacerlo. Yo sabia que tenia que regresar allí y averiguar quien había sobrevivido y quien había muerto. Como mis padres. Pero como podía yo volver? ahora que la Sra Bethany sabia que yo había estado viendo a Gastón todo este año. Pero no solo eso, yo sabia que ella podía culparme por el papel que yo había jugado en atraer la atención de Paloma y que hubiera pasado todo esto. Ahora yo sabía mejor que nunca cuán letal podía ser. No, iba a tener que esperar.
- La Sra bethany ha salido con vida – Kate se estremeció cuando Eduardo aliso la ultima venda sobre su corte en la pierna - Esto significa que ella va a querer venganza. Esto quiere decir que hemos conseguido que todo se ponga en movimiento. Esta célula esta en arresto, inmediatamente. Tendremos que escondernos durante un largo tiempo después de esto. Candela, si tu quieres irte a casa nosotros podemos darle algún dinero para ponerse en contacto. Después ya depende de ti.
- Volver a casa? - Candela se puso en pie inmediatamente - Estan locos?
- Candela? – pregunte - Que quieres decir?
- Todo este mal en el mundo: los fantasmas, los vampiros, toda esta mierda ha arruinado nuestras vidas para siempre, tiene que haber un modo de combatirlo! Esta gente lucha! - Ella se dirigió hacia el centro de la habitación con su manta fluyéndole en los hombros como si fuera la capa de un súper héroe - Como se supone que voy a volver a Boston, y dormir en el canape de mi hermana ignorando que no esta en mi casa. Que todo este mal estará ahí? De ninguna manera. Quiero formar parte de esto.
Eduardo sacudió la cabeza.
- No aceptamos aficionados.
- Todo el mundo es aficionado cuando empieza - Advirtió Kate - Tu lo dijiste, necesitamos sangre fresca.
Candela miró primero a uno y luego al otro con la esperanza en su cara.
- No quería irme a casa este verano de todos modos. No es como si rompiera mi familia feliz, créanme. No tengo otro lugar al que ir, y las cosas que vosotros estáis haciendo… llevo toda mi vida esperando esta batalla. Solo dadme una oportunidad y les demostrare.
- Creo que la cruz negra consiguió otro luchador – Concluyó Lala sonriendo abiertamente. La mayoría de la gente miro satisfecha, pero la cara de Eduardo permaneció severa.
- Tu tendrás que entrante muy duramente. Es difícil y peligroso. La mayoría de la gente de la Cruz Negra no vive tanto tiempo como Watanabe; la mayoría de ellos ni siquiera tanto como yo tengo. Tú lo dejaras todo. Solo el compromiso total es aceptable.
- Lo estoy absolutamente – Dijo segura Candela – A partir de este momento lo estoy -Entonces ella se dio la vuelta hacia mi - Rocío?
Yo? uno de la cruz negra? yo no podía ser un cazador de vampiros. Yo era un vampiro. Al menos una clase de vampiro, lo suficiente como para que todos ellos me hicieran desaparecer si sabían la verdad. Mire a Gastón, pensando que él tendría una salida para esto. En cambio yo solo vi consternación, obviamente comprendió el problema, la Cruz Negra había interferido en nuestros plan de escaparse conmigo. Estábamos atrapados.
- Se que es duro para ti Rocío - dijo Kate - Tu pensaste durante mucho tiempo que ellos realmente eran tus padres, y puedo imaginarme el tipo de mentiras que ellos pueden haberte dicho acerca de la Cruz Negra. Pero tú sabes la verdad ahora. Tú demostraste tu coraje. Y francamente estoy harta de que Gastón se escape todo el tiempo, lo necesitamos con nosotros - ella trato de reír - esto quiere decir que te necesitamos!
- Vamos Rocío - dijo Candela intentando contener su entusiasmo. Para ella esto era una gran aventura - Estas con nosotros?
No tenía otro lugar donde ir. Pero, al menos, estaría con Gastón y, mientras estuviéramos juntos, siempre habría esperanza.


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GRACIAS X HABERME ACOMPAÑADO CON ESTA ADAPTACIÓN!

La saga original se llama MEDIANOCHE, es de Claudia Gray y... No termina acá, en verdad son cuatro libros, no dos, pero x gusto personal cierro la adaptación acá, con este final...

Nuevamente GRACIAS! Xime! @Rameria_Resiste ♥ 

viernes, 19 de abril de 2013

Capitulo 020 (LIBRO 02)

En unas pocas horas, el profesorado entero estaba tan consternado como yo.
- Entiendes las normas de conducta de esta escuela? - Incluso en mi escondite fuera de la cochera, donde me agache detrás de los arbustos, escuche disimuladamente la voz de la Sra Bethany diciendo con voz brusca - Tu elegiste ignorarlas en el pasado
- La primera regla de Mandalay es que todo vampiro que busque refugio - Paloma parecía completamente tranquila - Obedeceré las reglas
Los profesores que se encontraban alrededor murmuraron. No me arriesgue a mirar por encima del alfeicer para ver como continuaba, pero básicamente parecía que Paloma quería unirse a la escuela como estudiante y ellos iban a tener que dejarla entrar. Pero esto no les gusto.
- Tenemos un pequeño problema con una fantasma – dijo el Sr Yee - por culpa del pequeño bebe. Pero esto se arreglara pronto seguro? de una u otra manera - Paloma no se preocupaba si vivía o moría, el sentimiento rápidamente se hizo mutuo.
Me estremecí cuando reconocí la voz de mi madre.
- Hay estudiantes humanos aquí ahora. y tenemos que protegerles de cualquier daño, sus antecedentes en este tema , dejan mucho que desear..."
- Lo prometo, juro sobre mi propia tumba que no seré yo la que roma la paz en Mandalay
Después de un momento de silencio, la Sra Bethany dijo:
- Muy bien, cuanto tiempo tiene intención de quedarse?
- No mucho tiempo, presiento en el corazón, que estaré fuera antes de junio
- Entonces le encontraremos un lugar en las habitaciones de la facultad. Tu deberías permanecer allí tanto tiempo como fuera posible hasta final de semestre. Seria difícil de explicar que llegue una nueva alumna tan cerca de final de semestre, y cuanto menos preguntas mejor - dijo la Sra Bethany - Deberíamos repasar las nuevas reglas sobre el consumo de sangre que han sido instauradas después de la nueva política de admisiones
- ¡Eh! - Susurro alguien a mi oído y me subió el miedo, luego respire con alivio cuando comprendí que era Victorio - Que ocurre ahí dentro?
- Casi me das un susto de muerte - dimos un paseo lejos del edificio juntos - Porque viniste donde estaba?
- No vine donde estabas tu , solo me acerque a la casa y tu ya estabas allí , haciendo el trabajo de espionaje por mi - me reí un poco al oír esto. Solo entonces comprendí que nosotros nos volvíamos a hablar y que no había sido tan terrible como yo creía. Podría ser solo porque el estaba demasiado concentrado con la casa. Los ojos de Victorio permanecían fijos en la casa, como si el tuviera visión de rayos X y pudiera ver a su hermana a través de las paredes.
- Ellos van a dejar que se quede - dije - Ella tiene que ocultarse en la torre, para que nadie pregunte porque viene un nuevo estudiante para hacer solo los finales. La Sra Bethany estaba muy enojada con esto  pero por lo visto tiene derecho a refugiarse -
- Refugio - Su cara se encendió con esperanza -Eso quiere decir que ella esta escapando de alguien. Puede significar que se escapa de la tribu. Ella se ha escapado de ellos -
- Tal vez
- Lo he conseguido - él quería creer que ella no estaba mal. Yo no confiaba en Paloma, no estaba segura de esto, pero yo no le dije nada. Por el bien de Victorio tenia la esperanza de que Paloma se comportara y el pudiera verla de nuevo.
- Vas a entrar a verla?
- La Sra. Bethany no querrá que yo interrumpa. Puedo verla mas tarde, esta noche - Victorio puso una mano sobre mi hombro - Estas bien?
- Si - yo no podía compartir mis decepciones o mi entusiasmo por mi fuga inminente. Yo solo podía preguntar - Como estas tu?
- Creo que a partir de ahora va a estar todo bien - él sonrió abiertamente.
- Tal vez - pensé en Gastón y le devolví la sonrisa - Tal vez para nosotros dos si.

Al día siguiente, cuando nos reunimos en el vestíbulo, Nicolás dijo:
- Soy solo yo, o el tiempo ha ido más lento, es como si el verano cada vez estuviera más lejos no mas cerca.
- Se a que te refieres – dije - Donde estará tu familia este verano?
- Me parece que alquilaremos un chalet en la toscana! - contesto Nicolás, con un tono despreocupado que solo alguien súper rico podría usar anunciando una noticia como esta. A su lado, los ojos de Candela se abrieron desmesuradamente.
- Yo, si yo estuviera en Italia, me gustaría estar en Roma, visitar las ruinas, donde los gladiadores lucharon y los mataron. Yo siempre he soñado con estar en una casa en medio del país del vino, aunque yo no tenga edad para beber aun.
- Siempre he escuchado que la edad legal para beber, es inferior en Europa - dijo Candela.
- Lo es, pero intenta explicárselo a mi madre - Nicolás paro cuando alcanzamos la entrada de la torre norte donde estaban los dormitorios de los chicos. Creí que el nos diría adiós, pero en cambio, miro detenidamente hacia arriba de la escalera de espiral - Algo extraño continua allá arriba
- Extraño? - Candela apretó sus libros mas cerca de su pecho - Tan extraño como un fantasma?
- No, no creo, es otra clase de cosa extraña. Normalmente ellos no se preocupan acerca de quien se ha sentado en las escaleras por la tarde, ya sabes, solo se quedan en sus habitaciones sin molestar al compañero de habitación. Pero la otra noche, Julián y yo nos movimos hacia la escalera, y de repente el profesor Iwerebon apareció de la nada y nos riño por el disturbio, y nos dijo que no subiéramos allí.
- Apuesto a que tiene algo que ver con esto - dijo Candela - con los fantasmas digo. Esta es la razón principal por la que la gente ha actuado raro este año.
Yo sabía que ellos solo estaban tratando de mantener a los estudiantes lejos de Paloma o viceversa.
- Yo no me preocuparía por ello - dije - independientemente de lo que sea, en dos semanas estaremos todos fuera de aquí
- A no ser que esa cosa que esta allá arriba siga aquí al volver - Nicolás sonrió abiertamente dándose la vuelta hacia los dormitorios.
Candela y yo nos dirigimos pasillo atrás, hacia nuestra propia torre. Ella dijo:
- Aquí viene el problema - yo eche un vistazo a mi derecha y vi a mi padre andar hacia nosotras.
- Oh no - no había ningún sitio al que pudiera correr - Estarás aquí conmigo?
- Tu sabes que el va a decirme que me vaya tarde o temprano. Cuanto antes me vaya, antes terminaras con esto - Ella tenia razón. Suspire.
- Bien, hablamos más tarde - Candela se dirijo hacia la habitación que una vez habíamos compartido, dejándome sola cuando mi padre se acerco.
- Quiero hablar contigo - dijo él.
- Eso esta haciendo uno de nosotros - Mi padre no respondió, pero yo vi que tuvo que guardarse una respuesta enfurecido.
- Estas alterada. Entiendo que tu estés alterada. Supongo que tienes derecho a estarlo
- Supones?
- Si necesitas estar enfadada con alguien? enfadate conmigo , fue mi decisión el manejar las cosas de esta manera, y si me equivoque, lo siento - Antes de que yo pudiera preguntar que había querido decir, siguió - pero cuanto tiempo le vas a estar haciendo esto a tu madre?!
- No le hago nada!
- Tu te has alejado de ella, no le haces caso. ¿Piensas que no dañas sus sentimientos? ¿Piensas que eres la única persona en esta familia a la que le han hecho daño? Porque esto la esta rompiendo por dentro. No puedo soportar verla sufrir así, yo no creí que tu pudieras soportarlo tampoco.
Recordé una imagen de mi madre trenzando mi pelo para el baile de otoño. Intente no hablar mucho de ello:
- No puedo tener una relación con alguien que no ha sido honesto conmigo
- Tu miras esta situación desde un punto de vista extremo. Eres una adolescente, supongo que es lo que hacéis
- Esto no es porque sea una adolescente! - Rápidamente eche un vistazo a mi alrededor , no se veía a nadie, ni humano ni vampiro.
- Dime que ocurrirá si alguna vez rechazo matar a alguien
- Esta opción no existe para ti
- Pienso que sí - De todos modos él no podía decirme la verdad. Daba igual si yo tenia derecho a estar alterada, o si papá reconocía que se había equivocado - Y si esta es mi elección?
- Rocío, esto no es algo tu puedes escoger. Nunca. No dejes que tu carácter interfiera a la razón.
- Que así sea - dije, marchándome. Me pregunte si él me seguiría, pero no lo hizo.

Esa noche me puse en la cama de la Sra Bethany. Mi broche estaba en mi mesita de noche, el poster de Candela era casi tan brillante como una lamparilla sobre la pared y trate de encontrar placer en los colores y en mis proyectos, como yo hacia antes. Pero seguí pensando en mi madre. Esto la estaba desgarrando.
Mientras yo estuviera enfadad con mamá y papá, yo estaba todavía realmente furiosa, la separación no tenía que doler. Recordé como en otros momentos habíamos estado tan cerca los unos de los otros y lo eche de menos, me dolió.
Lo que yo había perdido, lo había perdido para siempre ¿No era eso? yo no sabia mirarles después de la mentira, no había otro camino.

Golpearon la puerta de la cochera para abrirla. Salte de la cama. ¿Quien hay ahí? grite, antes de pensar que si era un intruso yo podría haberme callado. El intruso resulto ser la Sra Bethany. Aunque era tarde, ella aun llevaba puesto el vestido que ella llevaba en la calse de hoy, como si ella hubiera estado trabajando todo este tiempo. Sus ojos ardieron.
- Ven conmigo
- Donde vamos?
- A enfrentar a su acusadora con la esperanza de que la desacredite.
¿Que se suponía que significaba aquello? Mi estomago se hundo con temor – Bien, solo déjeme ponerme un vestido
- Su ropa será suficiente. Debemos aclarar esta cuestión inmediatamente - Obviamente no me daría ninguna explicación. Con mis manos temblando, me puse mi albornoz y ate el cinturón. Logre meter el broche en mi bolsillo sin que la Sra Bethany lo notara. Necesitaba tenerlo cerca.
Una vez tuve puesto el colgante de obsidiana alrededor de mi cuello, la Sra Bethany me condujo a través de los terrenos hacia la escuela. Arriba, en la torre norte, varias ventanas ardían intensamente, incluyendo la que yo había adivinado era la de Paloma.
- Están mis padres allá arriba?
- Yo tenía la impresión de que a usted ya no le interesaban sus padres - dijo la Sra Bethany arrastrando su larga falda por la hierba. Ella no miro en ningún momento hacia atrás, dando por sentado que yo la seguiría donde fuera.
- Tu puedes manejarlo sola estoy completamente segura - Yo no estaba segura de que ella realmente quisiera que yo fuera capaz. La Sra Bethany estaba claramente furiosa, pero yo no podía adivinar aun si era conmigo o con otra persona. Considerando que nos dirigíamos a la habitación de Paloma, considere que era con alguien más. Ascendimos por las piedras silenciosamente, mientras yo tocaba mi cinturón de forma nerviosa. Yo sabía que mi "acusadora" tenia que ser Paloma, pero ¿De que podía acusarme ella? Entonces yo lo supe. El miedo me golpeo fuertemente como un puño. Me pare delante de la puerta, no muy dispuesta a entrar:
- Sra Bethany, si usted y yo solo pudiéramos hablar
Ella pasó delante de mí para abrir la puerta y luego me empujo dentro. Paloma estaba sentada en una silla alta situada en el centro de la habitación, llevando el uniforme de Mandalay, la única ropa intacta que le había visto llevar alguna vez. Ella cruzo sus manos encima de su regazo. Me miró de forma normal. Entendí al momento que había alguien más en la habitación. Victorio se sentó en un pequeño banco en la esquina. Juzgando su postura caída y la expresión enferma de su cara, yo sabía que Victorio no se había unido a la acusación de ella contra mí. Él, también, era uno de los acusados. Me senté al lado suyo en el banquito. Victorio me miro con la mirada más desolada que yo jamás había visto. La Sra Bethany exigió:
- Señorita D’alessandro, por favor, repita lo que usted que me ha contado esta tarde
- Estoy tan contenta de haberla podido poner al corriente Sra Bethany - Paloma rio - Esto me recordó que nosotras tuvimos buenos momentos.
- Antes de conocernos realmente la una a la otra - No me sorprendió ver que la Sra Bethany no quiso deleitarse en los buenos momentos que habían tenido - Repita la acusación.
- Estos dos han estado persiguiéndome a lo largo del año escolar - Paloma nos rio como si ella saludara a unos viejos amigos - Pero no solo ellos, ellos iban con un amigo. Alguien llamado Gastón, verdad? no sé quien es a ciencia cierta, que es miembro de la Cruz Negra.
Nosotros habíamos hecho un gran trabajo escondiendo el secreto. Nosotros nunca pensamos que Paloma lo contaría y lo arruinaría todo.
- Entonces es verdad - Hasta ese momento yo había visto como la Sra Bethany había esperado que ella dijera una mentira y así tendría una excusa para expulsarla de Mandalay.
- Es verdad - cabeceo Victorio.
- Ir con un miembro de la Cruz Negra. Un crimen grave de verdad - La Sra Bethany cruzo sus brazos cuando estuvo de pie delante mío y de Victorio - El año pasado señorita Igarzabal, no conocía la conexión del Sr Dalmau y la perdone. Este año no puedo ser tan clemente. Y usted Sr D’alessandro! De cualquier persona podría esperarlo, excepto de usted.
- Quise encontrar a mi hermana - dijo Victorio de forma aburrida. Sus hombros se encorvaron como alguien que siente un dolor profundo -Yo pensaba que usted lo entendería, que ella lo entendería
- Cazadores de la cruz negra, ellos son horribles - Paloma balanceo sus pies hacia delante y hacia atrás bajo su silla como un niño pequeño que se divierte - Violentos, viciosos.
- Ustedes dos han mentido y han abusado de la hospitalidad de esta escuela. Han roto cada regla que tenemos y cometimos algunos errores tan tontos que nunca se nos ocurrió hacer una regla de ellos. No puedo apoyar esto.
- Múlteme, expúlseme - me puse de pie ¿Que era lo peor que ella podía hacerme? ¿Echarme de Mandalay? No necesitaba una escuela para enseñarme a ser un vampiro cuando ya no tenia la intención de serlo - Si usted me permite que les deje escrito para que pueda mostrárselo a mis padres más tarde, bien. Si usted no quiere darme posibilidad de hacer las maletas, esta bien también, no me preocupa.
- Viciosos - repitió Paloma - pienso que los cazadores de la Cruz Negra piensan que ellos hacen lo correcto. Como usted Sra Bethany.
La Sra Bethany se giro aun más enfadad de lo que había estado antes. Ella me tenia aversión, pero odiaba a Paloma.
- Como se atreve usted a compararme con esos bichos?
- Cada uno de ustedes caza - Paloma se levanto, la mas alta de todos los que estábamos en la habitación, ella ya no se parecía a una niña - Todos cazan. La Cruz Negra caza vampiro. Usted caza fantasmas. Los fantasmas cazan a Rocío. Y Rocío me caza a mí. Esto es una cadena perfecta y usted forma parte de ella - Como sabia Paloma que cazaba fantasmas? A mi me costo meses llegar a saberlo? Que sabia ella?. Paloma dio un paso más cerca de la Sra Bethany. Ella podía mirarla ahí abajo - Pienso que cada uno debería seguir su caza. Mi hermano y su novia usaron a la Cruz Negra para cazarme, entonces pensé que yo debería hacerles lo mismo.
- Tu crees que me estas usando? - La Sra Bethany se giro.
- No, uso a la Cruz Negra - Victorio se puso de pie. Algo de lo que había dicho lo había hecho reaccionar.
- Paloma, de que estas hablando? dime - su tono de voz resonó en la habitación, haciéndome temblar. Esto afectó a Paloma aun más, porque ella se giró una vez más como una niña obediente, con su voz rota ella dijo:
- Porque lo hiciste? Porque?
- Yo estaba fuera de control, el hambre me había vuelto loco. Ellos nos habían torturado durante días… tu estabas ahí… no recuerdas?
- Tu no tenias que hacer lo que ellos querían. No tenias que matarme.
Mi cuerpo entero se congelo. Victorio era el que había convertido a Paloma en vampiro? No podía ser cierto. No podía. Sin embargo…
- Castigame mas tarde - Dijo Victorio. Las sombras oscurecieron su rostro y su mirada  - Dime lo de la Cruz Negra.
- Odio este lugar, tu sabes que siempre lo he odiado … y la odio a ella - dijo Paloma mirando a la Sra Bethany, quien parecía que estaba al borde de atacarnos a cualquiera de nosotros si no a todos - Odio el modo en que ella pretende ser la autoridad suprema sobre todo lo que quiere decir ser un vampiro, cuando ella misma no hace caso de lo que esto quiere decir. Ella no mata personas, ella no entiende que es lo que hacemos.
- No digas eso - Victorio sacudió la cabeza. Paloma no dejó de mirar malévolamente a la señorita Bethany.
- Ella se desharía de todos nosotros si pudiera. Ella pretende proteger a los vampiros, pero ella será el final de nuestra clase si consigue lo que quiere.
- Tu, muchacha desgraciada - Sra Bethany estaba tan furiosa en ese momento con Paloma que se había olvidad de Victorio y de mí. Me pregunte si podría correr hasta la puerta, si alguien lo notaria - Tu nunca aprenderás.
- He aprendido más de lo que ustedes piensan - Paloma echo un vistazo al delicado reloj de pulsera que llevaba.
- Mandalay, la Cruz Negra - Victorio repitió - Que has querido decir con que usabas a la Cruz Negra?
- Ellos siempre han dejado tranquila a la Academia Mandalay, porque ellos piensan que todos los vampiros de aquí se comportan correctamente - dijo Paloma. Ella tenia razón, Gastón me lo había dicho - Pero últimamente ellos han encontrado tantos cuerpos alrededor en los bosques cercanos que están seguros de que algo terrible esta pasando. Algo que tienen que parar - Abajo oí a alguien gritar. La cara de Paloma cambio a una amplia sonrisa más feliz que antes - La hora ha llegado
- Paloma, más vale que lo digas – Insistió Victorio.
Alguien más gritaba en la escalera, ahora más fuerte. Luego, otra persona grito. Todos nosotros nos dimos la vuelta hacia la entrada con horror.
- Tuve que conseguir que me arrinconaran para hacerlo - dijo Paloma - Yo podría haber muerto. Pero el hombre de la cicatriz me creyó - Eduardo, el padrastro de Gastón. El miembro mas incondicional de la Cruz Negra que podía existir.
- ¿Que le hiciste creer? - pregunte.
- Los vampiros de Mandalay masacrarían a los estudiantes humanos esta noche - Paloma levantó su cara triunfalmente - Entonces la Cruz Negra ha venido para masacrarlos a vosotros a cambio.

domingo, 14 de abril de 2013

Capitulo 019 (LIBRO 02)

Creía que nada podía ser peor que perder a Gastón, pero me equivocaba. Lo peor fue darme cuenta de que lo había perdi­do por nada, porque él había tenido razón desde el principio con respecto a los vampiros, a mis padres y a todo.
Me había dicho que mis padres mentían. Yo le había levantado la voz por eso. El me había perdonado.
Me había dicho que los vampiros eran asesinos. Yo lo había ne­gado, incluso después de que uno acechara a Candela.
Me había dicho que Paloma era peligrosa. Yo no le había he­cho caso, y ella había matado a Eugenia.
Me había dicho que los vampiros eran traicioneros y ¿había captado yo el mensaje? No hasta que la confesión de mis padres destrozara todas mis ilusiones.
Decidí que el único vampiro que jamás me había mentido era Victorio, pero, después de ver de qué era capaz Paloma, pensé que probablemente lo que él hacía era mentirse a sí mismo. Todos los demás vampiros, incluidos a mis padres, eran falsos y mani­puladores.
Bueno, quizá Julián no. Pero el resto, sí.
¿Y Gastón? Gastón solo me había mentido una vez; había guar­dado el secreto de la Cruz Negra porque no le atañía únicamente a él. En todos los demás aspectos, había sido sincero conmigo y no me había ocultado la cruda verdad que nadie más pensaba que me­recía saber.
Por supuesto, no solo estaba lamentando su pérdida. Demasia­das cosas habían salido mal. Pero el dolor era más hondo ahora que sabía que, de haberle hecho caso, todo podría haber sido dis­tinto. Mejor. Feliz. En vez de como era ahora.
Abril fue el peor mes de mi vida. Mis padres intentaron hablar conmigo un par de veces, pero yo no quise saber nada; al cabo de una semana más o menos, desistieron. Probablemente pensaban que estaba enfurruñada, que simplemente «superaría» el hecho de haberme enterado de que toda mi vida era una mentira y un do­mingo volvería a aparecer en su casa con el rabo entre las piernas para cenar con ellos. Yo sabía que no volvería a hacer eso jamás, y lo iban a descubrir bien pronto.
El segundo domingo que no fui, Candela dijo:
—¿No vas?
—No.
—La semana pasada pensé... ya sabes, que a lo mejor os esta­bais tomando una semana de descanso. —No pienso ir.
—Pensaba que tus padres eran mejores que los míos —dijo ella en voz baja.
¿Cuántas veces habían intentado mis padres disuadirme de que me relacionara con Candela solo porque era humana? Ella les había reconocido más méritos de los que ellos le habían recono­cido a ella. Podría haberla abrazado, pero a ella no le habría gus­tado.
—A lo mejor prefiero quedarme contigo.
—Tengo deberes.
—Pues haremos deberes.
A mí me iba bien. Hasta documentarnos para un trabajo de Psicología leyendo aburridos artículos era preferible a volver a en­cararme con mis padres.
Victorio y yo habíamos «roto» oficialmente, que el alumnado supiera. Nicolás había hecho algunos desmañados intentos de mediar para que nos hiciéramos amigos y volviéramos a relacionarnos; yo no había tenido valor para desalentarlo, pero, tras su brusca reti­rada, advertí que Victorio no se había tomado bien la sugerencia. No estaba enfadado conmigo, exactamente, sino con el mundo en general, y quería que lo dejaran tranquilo.
Probablemente nos convenía pasar algún tiempo separados. Yo lo entendía, pero durante aquel curso había pasado más tiempo con él que con cualquier otra persona, incluida Candela. No me ha­bía dado cuenta de cuánto había llegado a depender de él para que me levantara el ánimo después de un mal día o simplemente me sonriera cuando yo salía de clase, hasta que ya no estuvo.
Aún tenía a Nicolás y a Candela, pero, si la señora Bethany se salía con la suya, ni tan siquiera a ellos iba a tenerlos durante mucho más tiempo.
—Su lamentable negativa a hablar de esto con sus padres me obliga a tratar personalmente el asunto con usted —dijo la señora Bethany, regando las macetas de violetas que tenía en su alféizar. Yo estaba sentada en una de las incómodas sillas de respaldo alto de su cochera—. Se habrá dado cuenta de que es usted el objeti­vo de los fantasmas. —Sí.
—¿Sabe la razón? —Casi parecía alegrarse de que mis ilusiones estuvieran rotas.
Apreté los dientes. —Sí.
—El hecho de que sea un objetivo, a su vez, pone en peligro a los demás alumnos. Hasta ahora, hemos conseguido mantener a los fantasmas a raya con las piedras, pero tenemos limitaciones. Ellos están más decididos de lo que yo pensaba.
—Eso me halaga.
La señora Bethany dejó la regadera.
—Por favor, resérvese su sarcasmo para sus amigos, señorita Igarzabal. Hoy está aquí para que hablemos de cómo abordar su si­tuación. No soy tan cruel como para obligarla a abandonar la Aca­demia Mandalay. En el mundo exterior, carecería por completo de protección.
—Durante este curso he salido muchas veces del internado con Victorio, pero los fantasmas nunca me han buscado en ningún otro sitio.
—Supongo que, sencillamente, no sabían dónde estaba. Con el tiempo, terminarían encontrándola en cualquier parte del mundo. Nunca lo había pensado.
—¿Por qué insisten tanto? ¿No hay suficientes fantasmas en el mundo?
—Imagino que la promesa rota les importa más que cualquier otra cosa. Cuando se creen traicionados, son implacables. —Los ta­cones de la señora Bethany resonaron en el suelo de madera cuando vino hacia mí con las manos entrelazadas a la espalda—. Hay mu­chos apartamentos de profesores vacíos en Mandalay. Me trasla­daré a uno durante lo que queda de curso. Usted puede venir aquí.
—¿Aquí? —No podía haberlo entendido bien—. ¿A su casa?
—Sí. Creo que podrá seguir asistiendo a las clases, si se pone esto. —Me entregó un colgante, el colgante de obsidiana que mis padres me habían regalado en Navidad, el que yo había arrojado a sus pies—. Es una protección para usted, aunque no debe de ha­berse dado cuenta. Su protección no es infalible, por lo que estará más segura en mi casa por las noches.
—Un momento, no lo comprendo. Si corro peligro en el inter­nado, ¿por qué aquí no?
—Quizá se haya fijado en que el tejado es de cobre —dijo la se­ñora Bethany—. Como parece que ya sabe, los fantasmas son es­pecialmente vulnerables a los metales y minerales que contiene la sangre humana, tales como el hierro y el cobre. Mi residencia no puede ser embrujada. Ningún fantasma puede entrar.
—Entonces, ¿por qué no hace lo mismo con el internado para que sea totalmente seguro?
Fue una pregunta automática; imaginaba que la señora Bethany tendría una buena respuesta. El cobre es caro, quizá. En cambio, ladeó la cabeza poniéndose en guardia.
—Hay razones para no hacerlo —dijo, como si aquello fuera una respuesta.
Pero supe la respuesta casi al instante. Quizá fuera porque me encontraba en la misma habitación donde había perpetrado mi primer allanamiento de morada en un intento de entender por qué había admitido la señora Bethany alumnos humanos en Mandalay. Recordé haberlo resuelto con Victorio: los humanos estaban vinculados a los fantasmas. Había pensado que ella quería saber más sobre los enemigos de los vampiros. Desde entonces, la había visto atacar a una fantasma, destruyéndola casi al instante. Había vis­to que sabía cómo cerrarles la puerta para siempre y, no obstante, no lo había hecho. La señora Bethany quería otra cosa.
—Está cazando fantasmas —dije—. Necesita que vengan a Mandalay para poder capturarlos.
Extrañamente, la mirada se le iluminó, como si casi le entusias­mara que alguien hubiera caído en la cuenta. Pero solo dijo:
—Sus teorías son irrelevantes, señorita Igarzabal. Los fantasmas son un peligro para usted y para quienes son como usted. Estará mejor protegida aquí.
—No va a decirme por qué los caza. —Advertí que tampoco lo había negado.
—¿Acepta mi ofrecimiento?
—¿Tengo opción?
—En verdad, no.
Me habría gustado decirle dónde podía meterse su ofrecimien­to. Pero tenía razón en que yo era un peligro para los demás alum­nos. Por su seguridad, además de por la mía, iba a tener que tras­ladarme al campamento enemigo.
La cochera de la señora Bethany era, de hecho, bastante bonita cuando te habituabas a ella, pero vivir allí me desconcertaba. Por muchas veces que abriera las ventanas o rociara el aire con un poco de mi perfume, la casa siempre olía a lavanda, recordándome a su verdadera dueña.
Me fijé en que había vaciado todos los cajones y armarios antes de que yo me mudara. No me había dejado ninguna oportunidad más para fisgar.
Mis amigos humanos no entendían por qué la casa de la señora Bethany era más segura que la Academia Mandalay, pero, des­pués de hacerles una descripción (censurada) del ataque de la fan­tasma, no pusieron en duda que había que hacer algo al respecto. Candela me ayudó a hacer las maletas y Nicolás me ayudó a llevarlas a la cochera mientra ella cargaba con el telescopio. No lo cogí todo; de nada servía fingir siquiera que podía llegar a sentirme cómoda allí. No obstante, conseguí llevarme el broche negro azabache que Gastón me había regalado el año anterior. Para mí, era mi piedra mági­ca, mi talismán, mi protección contra la lobreguez de aquel lugar.
A altas horas de la noche, acostada en la inmensa cama de do­sel de la señora Bethany, imaginaba que las sombras del rincón del dormitorio comenzaban a moverse, o que el aire estaba más frío de lo que debía, o cualquier otro disparate. Entonces cogía el broche de la mesilla y lo apretaba en el puño, ahuyentando todo mi miedo y soledad. No importaba que hubiera perdido a Gastón. Recordarlo siempre me daría fuerzas.
A finales de abril, Mandalay se quedó muy tranquilo. Tras mi encontronazo con la fantasma, incluso más alumnos habían huido del internado; probablemente, solo quedaban dos tercios de los es­tudiantes. Los vampiros habían sido mucho más propensos a mar­charse, lo cual significaba que los humanos representaban ahora casi la mitad del alumnado. En conjunto, el clima era más cordial y, como muchos de los alumnos humanos no daban demasiada im­portancia al asunto de los fantasmas, el ambiente se tornó casi rela­jado. Yo podría haberlo disfrutado, de no haber sido una exiliada.
No obstante, la penúltima noche de abril me ofreció un peque­ño regalo: una luna azul.
No es que una luna azul sea un evento astronómico extraordi­nario o increíble. Lo único que significa es que hay una segunda luna llena en un mismo mes. Pero a mí siempre me gustaba cele­brarlo, observar el cielo y recordar que noches como aquella no su­cedían muy a menudo.
Esperé a que fuera noche cerrada para salir sigilosamente afue­ra en vaqueros y camiseta. Quería estar sola. El cielo estaba dema­siado encapotado para ver bien las estrellas, pero la luna pronto brilló con intensidad, tiñendo las nubes cercanas de su pálida luz.
Crucé rápidamente los jardines de camino al cenador, donde podría sentarme a ver la luna a través de la celosía de hierro cola­do. Tenía recuerdos de Gastón en el cenador. Aquel era el primer si­tio donde nos habíamos besado.
—Sigue gustándote la luna azul.
Giré sobre mis talones y vi a Gastón, detrás de mí.
Al principio, creí que me lo estaba imaginando. Pero Gastón su­bió al cenador, haciendo crujir el suelo bajo el peso de sus desgas­tadas botas, y me di cuenta de que tenía que ser real.
—¿Gastón? ¿Qué... estás haciendo aquí? —Me apresuré a mi­rar a mi alrededor—. Es peligroso. Si te encuentran...
—No van a encontrarme.
—¡Lo harán si te quedas! —Ahora que por fin había aceptado que Gastón había regresado a Mandalay, estaba incluso más asom­brada que antes; aquello era temerario hasta un punto rayano en el suicidio—. ¡Puede venir alguien en cualquier momento!
—No voy a quedarme mucho más. —Gastón se metió las manos en los bolsillos de sus pantalones de pana. Llevaba una vieja cami­sa de franela con una camiseta debajo y estaba encorvado y tenso, alerta y listo para pelear. Pero nada de aquella feroz energía iba di­rigida a mí. Cuando Gastón me miró, su mirada era triste—. He pensado que esta noche tendría posibilidades de encontrarte fuera del internado viendo la luna azul.
—Sí. Me has encontrado. —No se me ocurrió qué decir. Era incapaz de expresar en palabras cuánto lo había echado de menos y estaba demasiado sorprendida para saber qué hacer—. ¿Cuánto llevas esperando?
—Desde que se ha puesto el sol.
Era casi medianoche. Gastón llevaba horas en los jardines del in­ternado y podría haberlo visto cualquiera. Si la señora Bethany se hubiera enterado, ahora podría estar prisionero, o incluso muerto. Había sido tan temerario como siempre, pero esta vez no pude en­fadarme.
—¿Por qué has venido?
—Porque no podía dejar las cosas así entre nosotros.
—Fui desagradable contigo —susurré—. Gastón, lo siento mu­chísimo.
—Estabas enfadada, y tenías derecho a estarlo.
—Al final, terminamos incinerando a Eugenia.
—Vale, por eso no tenías derecho a enfadarte. —Esbozó una breve sonrisa. Le había crecido el pelo y volvía a llevarlo descuida­do. Me pareció que había adelgazado. ¿Había dejado de cuidar­se?—. Dijiste que no aceptaba que fueras un vampiro, Rocío. Creo que... a lo mejor tenías razón.
Aunque ya lo sabía, me dolió oírselo decir.
—Una vez dijiste que me querías fuera lo que fuese.
—Así es —dijo Gastón, inspirando entrecortadamente—. Pero cuando lo dije... fue como si lo que sentía por ti lo sintiera a pesar de que fueras un vampiro. En el fondo, fue como... si te estuviera perdonando por ser lo que eres. Eso es probablemente lo más chungo que le he hecho nunca a nadie, no darme cuenta de lo bu­rro que soy. Si me hubiera dado cuenta antes, podría haber sido para ti... lo que debería haber sido para ti. Lo que quería ser.
—Gastón...
—Déjame terminar, ¿vale? Ya sabes que se me da fatal hablar de sentimientos. Solo quería decir que... —Arrastró un pie por el suelo del cenador—. Sea lo que sea lo que te convierte en la perso­na que eres... eso es lo que me gusta. Todo ello, incluido el hecho de que seas un vampiro. No deberías haber tenido que defender eso nunca; yo debería haberlo aceptado hace mucho tiempo. De haber­lo hecho, a lo mejor no te habría perdido. Es culpa mía, y lo sé.
Se estaba mirando las botas. Pensé que, si en ese instante me hubiera estado mirando a la cara, se habría dado perfecta cuenta de que no me había perdido.
—Lo de Victorio lo vi venir —continuó con más calma—. Me volvió loco. Pero... ¿sabes?, para ser un... para ser lo que sea, es un tío decente y supongo que nunca te ha pedido que finjas no ser la persona que en verdad eres. Así que a lo mejor has elegido bien. Solo quería decir... Rocío, si tú eres feliz, me alegro. Deberías ser feliz, te lo mereces.
—No estoy con Victorio.
Gastón alzó la cabeza con expresión incrédula.
—¿No?
—No. Nunca hemos estado juntos, no de verdad.
—Oh, vale. —Gastón cambió el peso de una pierna a otra, de­batiéndose claramente entre la esperanza y la incertidumbre—. Oye... sé que la he cagado, pero si pudiera...
Me levanté de un salto y le eché los brazos al cuello. Gastón me abrazó con fuerza mientras yo enterraba la cara en el hueco de su cuello. Al principio, ninguno de los dos dijo nada; no creo que pu­diéramos hablar. Era tan agradable volver a abrazarlo, sentirlo jun­to a mí, cuando creía haberlo perdido para siempre... ¿No le había dicho que tuviera fe en que siempre volveríamos a encontrarnos? Debería haber hecho más caso a mis propios consejos.
—Te quiero tanto —susurré por fin.
—Yo también te quiero. Juro por Dios que no volveré a cagar­la nunca más.
—Pero tenías razón en todo.
Gastón me pasó las manos por el pelo.
—Qué va.
—Gastón, lo digo en serio. Tú sabías que mis padres me estaban mintiendo. Tú sabías cómo eran realmente los vampiros. Si te hu­biera hecho caso, nada de esto habría pasado.
—Caramba. —Gastón me cogió las manos y me sentó en el ban­co del cenador. La luna azul nos alumbraba a través de las hojas de hiedra—. ¿De qué estás hablando?
Se lo conté todo: la verdad sobre mi nacimiento, sobre qué querían los fantasmas de mí, sobre cómo era ser un peón en una guerra entre fantasmas y vampiros donde ambos bandos eran mal­vados. Ni siquiera me salté lo que a punto estuvo de ocurrir entre Victorio y yo, porque estaba harta de secretos. Esa parte obligó a Gastón a apretar los labios, pero me escuchó sin decir una palabra.
Cuando hube terminado, con la cabeza apoyada en su ancho hombro y sus brazos rodeándome, se limitó a decir:
—Tenemos que sacarte de aquí.
—¿Me estás volviendo a pedir que me fugue contigo?
—Sí, pero esta vez para siempre.
—Los fantasmas seguirán persiguiéndome.
—Hay personas en la Cruz Negra que saben más de fantasmas. Deberíamos poder ayudarte, aunque no vengas conmigo, pero oja­lá lo hagas.
—Iré contigo. —Sabía que podía hacerlo. Para mí no había fu­turo en el mundo de los vampiros—. Solo me gustaría saber en qué voy a convertirme.
—¿Qué quieres decir?
—No quiero convertirme en un vampiro completo. Nunca. —Volví mi rostro hacia el suyo—. Pero, si no voy a ser un vampi­ro, ¿en qué se convierte alguien como yo?
Gastón me sonrió torciendo la boca.
—No lo sé, Rocío. Pero me imagino que será en lo que tú quieras.
Nos besamos tiernamente y, luego, por un momento, simple­mente nos miramos. Hubo veces durante el curso anterior en que no tocarnos nos había resultado casi imposible, pero aquella noche era distinta, más tranquila. Creo que los dos sabíamos lo impor­tante que iba a ser aquel momento.
—El último viernes de mayo —dije por fin.
—¿Es el día que terminan los exámenes?
—Sí. Eso significa que también es el día que vendrán montones de coches para llevarse a los alumnos a casa. Podré escabullirme fácilmente entre tanta gente. Mis padres supondrán que me he ido con Candela o alguien. Eso nos dará unos días antes de que se pon­gan a buscarme. —Pese a todo, no dudé que me buscarían—. Po­dría irme esta noche, ojalá pudiera, pero ellos se darían cuenta de inmediato. Si esperamos al último viernes de mayo, jugaremos con ventaja.
—Solo queda un mes, entonces.
—Para poder estar siempre juntos.
—Me refería a que solo queda un mes para decidir qué hace­mos después —dijo Gastón—. Pero lo arreglaré. Te lo prometo, Rocío. Cuidaré de ti.
Le aparté el alborotado pelo de la cara.
—Yo también cuidaré de ti.
A lo lejos se oyó un fuerte chasquido de algo quebrándose. Gastón y yo nos erguimos al instante, pero, para mi alivio, resultó no ser nada, una rama, probablemente. Aun así, el ruido nos había re­cordado el peligro que Gastón corría estando allí.
—Tienes que irte —dije—. Ya.
—Me voy. Te quiero. —Gastón me besó bruscamente, lastimán­dome la boca. Me agarró por las caderas y yo deseé poder quedar­me pegada a él. Pero, cuando se separó, no lo retuve. Él corrió ha­cia los matorrales sin volver la cabeza atrás. Supe qué le había dado fuerzas para hacerlo. Despedirse costaba menos cuando no era para mucho tiempo.
Mayo fue casi el mejor mes de toda mi vida; al menos, al prin­cipio.
Cada día era solo una casilla del calendario que yo podía tachar de rojo y que me acercaba más a Gastón y a la libertad. Me pasaba las clases soñando despierta y recibiendo reprimendas, no solo de la señora Bethany sino también de mis otros profesores. ¿Qué más me daba? Si suspendía todos los exámenes, no estaría para recoger el boletín. Me resultaba más fácil mirar por la ventana y fantasear con Gastón, juguetear con el colgante de obsidiana que llevaba en el cuello, que concentrarme en Enrique V.
A veces me invadía una rara incertidumbre: «Ya no iré a la uni­versidad. ¿Cómo me mantendré en contacto con Nicolás y Candela? ¿Vol­veré alguna vez a ver a Victorio? ¿Cómo me protegeré de los fantas­mas? ¿Podré llevarme el telescopio?». Pero nada era tan importante como escapar de Mandalay o del «destino» que mis padres y pro­fesores habían decidido para mí. Solo tenía una oportunidad de ser libre y estar con el chico que amaba. Y pensaba aprovecharla.
Hasta comencé a meter en mi bolsa la poca ropa que tenía en la cochera de la señora Bethany. Eso era lo que estaba haciendo una noche de mediados de mayo cuando llamaron inesperadamente a la puerta.
¿Quién podía ser? Metí rápidamente mi bolsa a medio llenar debajo de la cama, corrí al salón y dije: —¡Adelante!
Entró la señora Bethany, imponente con una larga falda negra y una blusa gris de cuello alto.
—Qué lata —dijo, al parecer, para sí—. Tener que llamar a la puerta de tu propia casa.
—Hola, señora Bethany. ¿Necesita algo? —Si me mostraba ser­vicial, razoné, ella se iría antes.
La señora Bethany pasó por delante de mí y entró en su dormi­torio.
—Necesito algunas de mis cosas y quería asegurarme de que no te habías olvidado de regarme las violetas. —Están crecidísimas, de hecho.
—Ya veo. —La señora Bethany se quedó paralizada, mirando fijamente la pared—. ¿Se puede saber qué es esa monstruosidad?
—Oh, ¿se refiere al mural? Es uno de los collages de Candela. Ella lo llama Esos labios te mentirán. —Era un mural enorme con bocas de todo tipo, pintadas con carmín de labios magenta, amari­llo y naranja, alternadas con rayas en zigzag negras. También había cuchillos y pistolas, porque Candela decía que ninguna obra de arte sobre la decepción del amor estaría completa sin un símbolo fálico hostil—. ¿Le gusta?
La señora Bethany se llevó una mano a la garganta.
—Piensa quitarlo cuando se vaya, ¿no?
No me lo había planteado, pero entonces decidí dejárselo como recuerdo.
—¿Cuándo cree que podré volver a vivir en el internado, seño­ra Bethany? —pregunté, como si no fuera a fugarme.
—Le informaremos a su debido tiempo.
Entonces volvieron a llamar a la puerta. De pronto estaba solicitadísima. Fui a abrir, diciendo:
—¿Hola?
Mientras abría, reparé en el peligro. «¿Y si es Gastón? ¿Y si ha vuelto y la señora Bethany lo ve?» Pero no era Gastón.
Paloma estaba en el umbral, con el pelo recogido en un moño y envuelta en una capa de color rojo oscuro. Con su rostro aniña­do y su candorosa mirada, casi parecía caperucita roja, aunque yo sabía que en verdad era un lobo.
—No eres quien esperaba encontrar —dijo sonriendo. Ilógica­mente, había algo en ella que seguía despertando mi instinto pro­tector—. ¿Ha habido un motín?
—¿Quién es? —inquirió la señora Bethany mientras salía al re­cibidor. Entonces se irguió—. Dios mío, señorita D’alessandro.
Casi pude palpar el odio que se tenían. Pero Paloma abrió los brazos como una niña suplicante.
—Solicito refugio en Mandalay —dijo.